domingo, 21 de febrero de 2010

quizá murió por alguien más ea

Cuando pienso en Jesús "Jesucristo" pienso: "man, ese vato sí que parecía un extraterrestre".

miércoles, 17 de febrero de 2010

Tema 3

Chicos, ustedes pueden pensar que soy un completo irresponsable, y piensan bien. Ea.
Me disculpo por el retraso y anuncio el tema de esta semana:
"Ese hombre parecía un extraterrestre..."
Saludos.

sábado, 13 de febrero de 2010

Estaré listo en cualquier momento para conducir a Michoacán

Querétaro - San Luis
San Luis - Michoacán

Ivana: "Esa no es la ruta para ir a Michoacán".
Iván: "Lo sé".
Ivana: "¿Entonces, por qué no eliges el camino correcto?"
Iván: "Todos los caminos conducen a Michoacán".

martes, 9 de febrero de 2010

Simpleza

Si comparo mi vida con la de una hormiga, me daré cuenta que la hormiga vive de una forma muy acelerada y su existencia es muy simple. Sus labores son sencillas: recoger alimento, cuidar los huevos o proteger al hormiguero. Mi vida es un poco más compleja, pero es más simple que las vidas de muchos. Cosecho aguacates cerca de Maravatio, en donde vivo, y los vendo una vez por semana en la central de abastos de Querétaro. Siempre me gustó tener una vida sencilla, y siempre buscaba simplificarla más.
Uno de tantos días que manejaba de vuelta a casa decidí que mi vida era demasiado compleja. No quería saber más de las complicaciones de tener una familia, unas milpas o de ir y venir conduciendo de un lugar a otro. En medio de la noche me bajé de la camioneta y empecé a caminar. Caminé y caminé, tanto que mis botas se desgastaron y quedé descalzo. Seguí caminando hasta que mis pies sangraron. Pensé que no podía seguir caminando así, por lo que empecé a ir a gatas hasta que mis pies sanaran.
Mi travesía hasta ahora no tenía sentido y no me había preocupado en dárselo. Disfrutaba ver el paisaje del camino. Llegó un punto en el que llegué a la costa. Me sentí un tanto aliviado por este hecho, ya que mis rodillas estaban muy maltratadas. Lógicamente no podía ni caminar ni gatear más, pero podía nadar. Así que simplemente nadé y nadé. Pensaba en que no podía cansarme, por que me hundiría o algún tiburón me atacaría.
En algún punto del mar, crei que la mecánica de mover los brazos y las piernas para mantenerme a flote era muy compleja, así que no la hice más. Y entonces ahí me quedé, simplemente flotando en medio de la nada.

domingo, 7 de febrero de 2010

Tema 2

No estoy seguro de si me tocaba el tema esta semana, pero creo que sí.
El tema de esta semana es: Un día conduje de Querétaro a Michoacán.

Las salutaciones.

martes, 2 de febrero de 2010

Jem

Anoche soñé con la muerte.
Me encontraba en una reunión. Había unas 15 personas. Las sillas eran de aluminio, o de algún tipo de metal que no sé cuál es en realidad, de esas sillas plegables típicas de lugares que rentan sillas.
Había unas 4 mesas, pero las personas no estaba sentadas a su alrededor, sino más bien creo que estaban directamente puestas junto a la pared, y sobre ellas había vasos y bebidas.
Había un amplificador de guitarra al que habían conectado directamente un ipod y la música sonaba. Unos reflectores de jardín improvisaban la iluminación. Algunos cantaban, y otros reían.

Anoche soñé con la muerte.

Anoche soñé con la muerte, pero no dormía.


El sol era testigo de la paz en la plaza de los perros, un elemento inherente que daba visibilidad a la cotidianeidad serena, adornada por risas y niños, por sensaciones de ciudad crecida y afectividad familiar de sana serie televisiva.
Hoy el cielo está nublado y no parece casualidad inocente, lo miro desde mis circunstancias terrestres y las nubes me evocan almohadas y algodones. Me imagino acostado, infantil y vulnerable, y deseo que todas esas nubes y almohadas sofoquen el sonido brusco de un disparo potencial. Ojalá las nubes descendieran a manera de tan anhelados objetos de omisión y además del sonido salvaje de las balas, amortiguaran el lamento de las calles que persigue, en susurro neurótico, a los pocos imbéciles y valientes que osan recorrerlas de vez en cuando.
Anoche soñé con la muerte y alivié mi ansiedad pensando en las ciudades del norte, únicas guaridas posibles, creía yo, para ese mal milenario que adquiere brillo en estadísticas y páginas de periódicos. Al despertar caí en cuenta de que la muerte, en su manifestación más vil, no necesita de desiertos o urbes fronterizas para entrar en escena. El bajio, por ejemplo, puede serle de la misma utilidad.

lunes, 1 de febrero de 2010

Está nevando gente

La otra noche soñé con la muerte, vino a mí como un terrible fantasma en una obra de Goethe. Le pregunté por qué me seguía y no me dio respuesta, y si me la dio, no la entendí. El breve tiempo en el que logré dormir bien se ha ido.
Mi amigo era «K», seguramente el «K» kafkiano que he idealizado por su fatal proceso. No tenía rostro, sí una increíble personalidad. Me ordenaba que aumentara las operaciones, me decía que había mucho por hacer. Nunca entendí que quiso decir con «operaciones», pero cualquier cosa que «K» me pidiera la realizaba. Si me decía que asesinara a los gitanos, lo hacía. Si era preciso ahorcar a los prisioneros en el lote de atrás, los ahorcaba.
El nieto de «K» vivía con nosotros, y aunque no lo vi nunca, seguidas veces escuchaba gritar: «¡abuelo, abuelo, ven rápido, mira como nieva!». La respuesta de «K» siempre era la misma: «sí hijo, está nevando gente».
Además de «K», los «otros» y yo, había una joven mujer que se dedicaba a la limpieza. Era muy atractiva y siempre la observaba, sin embargo ella nunca me respondía las miradas. Parecía ser muy infeliz. Los otros criados no parecían humanos: padecían de emociones tan intensas de tristeza que caían en lo aberrante.
Yo sólo era un soldado indiferente, atemporal e insensible que cumplía órdenes sin saber el porqué.